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La Fundación Santa María de Albarracín para celebrar su veinte aniversario, deseaba agradecer mediante un obsequio, la colaboración de todas aquellas personas que habían hecho posible, de una u otra manera, este fantástico proyecto.

Por otro lado, puesto que la celebración coincidía con la inauguración de la Catedral, obra culmen de su labor de restauración de los últimos años, deseaba ofrecer un recuerdo a todos aquellos asistentes al acto, coincidiendo además con la fiesta mayor de Albarracín.

El encargo era crear un regalo, un objeto, que con no un desmedido valor económico, fuera muy especial. Que todo el mundo quisiera guardarlo y compartirlo. Y que tras el paso del tiempo pudiera ser revisitado y no fuera olvidado o incluso tirado.

La idea inicial giraba en torno a algún tipo de historia o cuento ilustrado. Pero en Batidora de Ideas, que nos hemos encargado del diseño, siempre pensamos que era necesario incluir algún tipo de folleto, de manera separada, en el que aparecieran imágenes de los trabajadores de la fundación, que eran los auténticos protagonistas de la celebración y de los resultados conseguidos. De alguna manera también se debía agradecer y representar de alguna manera a aquellos colaboradores que a lo largo del tiempo habían participado: músicos, coordinadores y profesores de seminarios, alumnos, artistas…

El resultado final es una pequeña caja, impresa con la frase “veinte años son veinte años” , vestida como se haría con algún tipo de joya. Y conteniendo un desplegable de 7 cuerpos que incluye un emotivo texto de agradecimiento del director de la fundación, Antonio Jiménez, e imágenes en las que aparecen cientos de personas que han tenido algo importante que ver con esta trayectoria, como representación de los miles que han participado en sus actividades.

Al levantar el folleto aparece un librito realizado especialmente para la ocasión. Un abecedario sobre Albarracín, escrito por Grassa Toro e ilustrado por Miguel Ángel Pérez Arteaga.

Sobre las Ilustraciones:

Carlos Grassa en sus textos hace como los expertos creadores de perfumes o de grandes vinos, destila los diferentes elementos con los que cuenta, para conseguir un concentrado que sintetiza todos los aromas, todos los sabores. Crea un abecedario en el que cada palabra nos lleva a diferentes mundos, creando un recorrido a través de los paisajes, las personas y sus historias mínimas pero importantes, y la historia en mayúsculas.

Con las ilustraciones he tratado de acompañar, de maridar. Siempre pensé que no debía tratar de reflejar al Albarracín real – ya se han hecho miles de dibujos y fotografías -, sino que a través de mis armas, los colores y las texturas, mi papel era evocar las sensaciones, los recuerdos y los sueños vividos en Albarracín, y compartirlos con todos aquellos que en algún momento han sentido lo mismo y no lo han podido o sabido expresar.